"Los colores de mi infancia" Cuadro con ilustración botánica
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Reproducción de la obra Seleccionada y en Exposición en el Salón Anual de Artes Visuales de la Provincia de Entre Ríos. 20 x 30 cm impresa en papel especial de 280 gr y enmarcada.
Acuarela sobre papel.
Memoria Conceptual: Siempre me gustaron los rincones, hacer collares con las flores de la enredadera. Su violeta intenso, azulado, casi negro en el centro. Quizás fueron las primeras discusiones que tuve sobre de qué color era algo. Mi interlocutora era mi tía, que me escuchaba hablar de mi fascinación sobre todos esos recovecos que se armaban entre los matorrales de plantas en el fondo de su casa. Yo los recorría y observaba. Me trepaba al aguaribay como si fuera la más grande de las hazañas y recolectaba sus frutitos rojos, que en para mi pequeña talla infantil, estaban en lo más alto del cielo. Desde ahí, miraba el mullido colchón de tacos de reina que cubría el piso. A mi alrededor, todo era color magia hecha flores. Las tímidas florcitas de una tipa caían esparcidas al piso de baldosas de la veredita que atravesaba el patio lo teñian de amarillo cálido. Del otro lado, los pimpollos del palo borracho y del lapacho estallaban en un rosa vibrante. Bajaba despacito, y me iba hasta el aromito. A pesar de haber tantas flores majestuosas, había una que me cautivaba. No era esa flor blanca que parecía tener unos clavos en el centro. Tampoco era la rama de extrañas flores rojas que en la escuela nos habían mostrado como flor nacional. Era más simple, rebelde, espinosa con pompones amarillos y el aroma a patio de la tía. Me dejaba ser como una niña colibrí que recorre las flores.
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